Ya salí de vacaciones. Que rico y merecido descanso después de un año arduo. Y como no podía ser de otra forma, abrí mis oidos para escuchar toda la música que había abandonado.
Entre esas agradables cosas, volví a escuchar un excelente programa de radio de musica luso-brasileira llamada "A hora da saudade", de mi entrañable amiga Eugenia Do Santos.
Con una copa de vino en la mano y con el amplio horizonte que ofrecen las ventanas de mi departamento sin cortinas- donde hace ya más de tres meses que muestro mis noblezas-, sentí un rico calorcito en mi cuerpo provocado por esas notas tan llenas de nostalgia, mar, negrura y alegría.
A esto se suma que tengo un especial cariño por el portugués como idioma, el cual me deja en un estado de maravillosa relajación. Debo reconocer que siempre he tenido un corazón rockero, pero desde que escuché los primeros acordes de un Bossa Nova, me subí a un viaje que al parecer no tiene retorno.
Fado, música tribal africana, Bossa Nova, jazz, música de carnaval, samba...en fin. Me he embarcado a todos los carros que sin querer me han llevado esas dulces notas.
Jamás he estado en Brasil, menos en Portugal, Ruanda, Angola o cualquiera otra ex colonia lusa, sin embargo a través de sus acordes los siento un poquito más cerca, como si estuvieran en el living de mi casa.
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