11/22/2008

Reflexiones de primavera...

Partamos por aclarar algo. No tenía hambre pero me llamó la atencíón el menú: chuleta de cerdo con verduras cocidas con crema, una bomba calórica y absolutamente cerda. En fin, esto fue en el Café Colonia de Maciver a eso de las 13:30 horas de un día miércoles de octubre.

Como casi siempre sucede en mis ratos libres, iba pensando en la inmortalidad del cangrejo y en como mejorar algunos aspectos de mi vida.

Mientras hacía eso, entraba al restaurant y quedé con la boca abierta, las meseras eran señoras que en promedio superaban los 60 años y te atendían con una cordialidad de antaño, no como los mozos y mozas que hay en los restaurantes.

Me ubiqué cerca de la vitrina donde venden chucherías de loza acompañadas de chocolates y pude espiar desde la ventana sin que me vieran.

El resultado de este momento de voyerismo fue impresionante. Me di cuenta de que la gente no se mira a los ojos, solo ve su celular y usa lentes de sol como queriendo esconder algo.
En ese minuto, observé además que la mayoría iba con cara de preocupación, miedo o enojo, pero no recuerdo a alguien sonriendo. ¿Acaso hemos perdido la capacidad de asombro? Yo creo que sí, pero es por culpa de la vida moderna. Vivimos para trabajar, muchos no tienen vida y otros llevan un ritmo que lo único que acelera es su fecha de defunción.

Yo particularmente estoy tratando de andar más lento. Es cierto que mi nueva vida independiente me ha quitado libertad- que paradoja- porque ahora tengo que hacer mis cosas y tengo pocos espacios para compartir.

Y aunque much@s me han dicho que me he puesto fome, es por que tienen más tiempo libre, pero si estuvieran en mi situación entenderían. No me quejo, vivir sólo es una buena experiencia, sin embargo hay momentos en que me gustaría estar acompañado.